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La "2600" Sprint domesticada y el Rally de Punta del Este.

Mi desesperación por manejar la 2600 era tal, que a la mañana siguiente, me levante más temprano que de costumbre, para arrancarlo y llevar a mis hijos al colegio en mi nuevo auto.

Para mis hijos Kevin y Katia, ir a la escuela con este auto era un motivo de diversión, ya que lo llamábamos “el despertador”. Sucede que el tronar del motor despertaba a su paso a toda la gente que vivía por Libertador angosta, a la altura de San Fernando.

Luego, yo seguía viaje hasta pleno dentro de la ciudad de Buenos Aires, con 35 grados de calor a la sombra y sin aire acondicionado. Al final del día, llegaba a casa “hecho una sopa “y mi esposa Mariana, no entendía que no importara cuantas horas yo estaría arriba de este sauna rodante, pero el placer de manejarlo superaba cualquier incomodidad.

Claro que no siempre tenía el placer de manejarlo, ya que al principio el Alfa me dejaba tirado cada “dos por tres”.

En general, siempre tenía problemas eléctricos y el bueno de Julio Petrucci ponía una grúa del Automóvil Club Argentino, casi a mi entera disposición. A veces ya me daba vergüenza llamarlo, hasta tres veces en una misma jornada!!!!!

Pero se venía enero encima y yo ya tenía la bodega paga en el Buquebus pues estaba inscripto para correr el Rally de Punta del Este con mi gran amigo y campeón uruguayo Horacio Moyano como navegante de lujo. Llegado el momento, Petrucci “hizo magia” y no tuve ningún problema desde Colonia a Punta ida y vuelta. Además, con Horacio llegamos quintos en la general en el Rally.

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